“Si no estás en redes sociales no existes”. Es una verdad de hoy. Esto puede ser para una persona del común una aseveración sin mucha trascendencia, pero para una empresa puede ser su dura realidad.
Antes de continuar con la idea, quiero dar un repaso breve sobre qué son las redes sociales. Años atrás los empresarios debíamos hacer nuestro relacionamiento social asistiendo a cuanta reunión, desayuno de trabajo, cocteles, y demás eventos que ayudaran a ser reconocidos y por ende a la empresa.
Hoy con la llegada de la globalización, el internet y las redes sociales, la presencia en estas redes hace que tanto personas como empresas estén a diario en la mente de sus potenciales clientes.
Este relacionamiento es cada vez más cercano, en un diálogo estrecho entre empresas y clientes, lo que demanda de la empresa una mayor preparación y conocimiento sobre su producto, su marca e identidad y a su vez ha dado como resultado un cliente más informado y por ende más exigente.
El concepto de “Redes sociales” lo desarrolla Juan Carlos Mejía en su libro “La guía del community manager” como un grupo de personas o entidades conectadas entre sí por algún tipo de relación o interés común.
El mismo autor incluye un término utilizado recientemente, que define al nuevo consumidor o consumidor 2.0: el prosumidor – en inglés prosumer, que es la suma de PROductor + consumidor.
Es decir, que el nuevo consumidor además de absorber los datos también los produce.
¿Qué diferencia hay entre el consumidor tradicional y el consumidor 2.0?
Los que hemos estado en el área comercial desde hace varios años, podemos describir el consumidor de antes como poco experimentado.
Hoy este consumidor se ha convertido en todo un profesional, busca las mejores ofertas, conectado permanentemente, con comunicación en tiempo real a través de diferentes dispositivos y busca honestidad, personalización en su marca, espera que lo traten por su nombre, le ofrezcan lo que quiere y cuando lo quiere.
Se mantiene bien informado por lo que obliga a las empresas, a que el acercamiento a ellos como marca sea más complejo y sofisticado; es impaciente, infiel por cuanto internet les da la posibilidad de encontrar una gama amplia del producto deseado y no le importa comprar una marca diferente si le atrae alguna característica que su marca habitual no posee.
Estos consumidores han creado un lenguaje propio, abreviado con emoticones, uso de “nicks”, lenguaje que se aprende sólo con la experiencia en la socialización.
Y algo destacado que se debe tener muy presente, tienen poder…con gran cantidad de información a la mano, controlan la interacción, deciden donde y cuando estar.
Si el consumidor 2.0 no encuentra lo que busca, rápidamente se aleja y busca en otro sitio, pero con el agravante de conocer el poder de las redes sociales y utilizarlas para manifestar ya sea su euforia por una buena compra pero también su malestar cuando no se ha cumplido con sus expectativas llegando no solo a los vecinos de cuadra, sino a toda su comunidad digital, que puede llegar ser a nivel mundial, como lo indica Mejía.
Para reflexionar…
Como hemos visto, las redes sociales son tan poderosas que puede ayudarnos como emprendedores a conectarnos con este consumidor 2.0 de manera tanto positiva llegando a ser una poderosa herramienta, pero que si no sabemos manejarlas puede convertirse en una herramienta peligrosa.